Oropesa: de Platón Páramo a Carlos Bueso, pasando por Avelina y Daniela
Patio principal de la Casa de Platón Páramo |
Me ha sucedido después de regresar de un pueblo toledano al oeste de la provincia, pequeño, con apenas 2.700 habitantes, pero con mucha historia y conocido por su bello parador de turismo. Pero lo que me llevó hasta allí fue realmente la actuación de un amigo, el cantautor Carlos Bueso, en un municipio que Marcela, mi mujer, tenía además ganas de pasear por primera vez.
Una bellísima pieza de cerámica de Ruiz de Luna |
La víspera del Día de la Constitución, salí de Toledo en coche con lluvia, poco después de las dos y cuarto de la tarde, para recoger a Marcela, paisana del artista, precisamente en su pueblo, Torrijos. Desde allí nos dirigiríamos a Oropesa, una coqueta población con un alojamiento singular, su parador, que se levanta en la antigua casa de los primeros condes de la villa y es visible desde la autovía del Sur (antes de Extremadura).
Eché en la maleta el libro 'Conforme a lo establecido', de Jesús A. Losana, con el propósito de echarle un ojo, ya que vamos a entrevistarlo en 'La crónica negra' de Radio Castilla-La Mancha este jueves. También llevaba a Paquito, el osito viajero, porque sé que a Carlos Bueso le gusta y porque una conversación telefónica con un guardia civil antes de salir de viaje me dio una idea que luego te contaré.
Interior del alojamiento, reservado para clientes |
Conforme a lo establecido precisamente, recogí a Marcela en su colegio y le di una bolsa de papel con lo que me había pedido: un bocadillo de jamón con aceite de oliva virgen extra en pan de horno regalado por mi vecina Sara, y otro igualito pero con pan hecho por Marcela en casa. Además, un trocito de panetone, o pan dulce típico en Navidad, con el que nos había obsequiado nuestro amigo Rafa a cambio de las migas que se comió en casa el día anterior. Y Marcela se lo zampó todo antes de llegar a Talavera porque el hambre apretaba.
Durante el camino a Oropesa, sin que la lluvia parase, le fui contado dónde iba a domir: una casa restaurada con mucha historia, con una relación muy especial con Talavera de la Reina, a apenas 150 metros del parador. La Casa Platón Páramo es un bello y coqueto alojamiento con cinco habitaciones que, francamente, me impactó al pisarlo y me hizo viajar al pasado.
Llegamos minutos antes de las cuatro. La casa tiene una tienda de decoración anexa y Esteban, uno de sus empleados, nos atendió amablemente y nos mostró la preciosa vivienda. En el patio, una fantasía para cualquier viajero, nos sorprendió gratamente al contar que la bella portada de piedra que da acceso a un pequeño museo perteneció a un palacio de Torrijos ya desaparecido.
El patio interior de la Casa de Platón Páramo desde el espacio reservado para alojados |
Después de ese golpe de efecto, que al día siguiente le faltó a España frente a Marruecos en el Mundial de Fútbol, Esteban nos entregó las llaves de nuestra habitación, precisamente la dedicada a Platón Páramo. Este farmacéutico y político fue uno de sus dueños -de ahí el nombre del alojamiento-, además de coleccionista de cerámica, muebles, bordados, tejidos, esculturas y arqueólogo aficionado. Por ella pasaron sus amigos el pintor Joaquín Sorolla y el ceramista Juan Ruiz de Luna, que dejó su impronta en la vivienda.
Entrar por la puerta principal o por la zona del garaje, como nosotros hicimos para aparcar el coche, te deja sin palabras nada más pisar el inmueble, que ha reverdecido de un estado calamitoso. El trabajo de restauración de sus actuales propietarios es digno de aplaudir y elogiar, más en unos tiempos en los que la crisis económica arrastrada desde 2007 y el precio de los materiales han jugado en su contra.
Paquito, delante de un mural de Ruiz de Luna |
Pasear por su interior es viajar en el tiempo, y más para mí, un oriundo de Talavera de la Reina y con un familiar, mí tía Daniela, ya fallecida, que trabajó como pintora en el taller de Ruiz de Luna. Ese recuerdo en el patio de la vivienda me recorrió el cuerpo y me llevó a teclear rápidamente en mi teléfono móvil el titular de un artículo que escribí hace justamente tres años. Me brotó con motivo de un hecho que me llenó de orgullo: la técnica cerámica de Talavera y de El Puente del Arzobispo fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
Marcela pasea por los alrededores del parador |
Vista nocturna de la torre del homenaje del parador de Oropesa |
Con el tiempo, María Juana se valió de la amistad que le unía a Juan Ruiz de Luna para que su nieta Daniela, hija de Avelina, entrara como aprendiz en su taller. Durante el tiempo que trabajó para el gran ceramista, Daniela elaboró un precioso juego de café pintando con la decoración tradicional de azul y blanco. Un conjunto de maravillosas piezas artesanas que adornó el salón de la casa de su hermana Visi durante muchos años y que recuerdo como si fuera ayer. Creo que Marcela no se dio cuenta de cómo mis ojos se aguaron un poquito al rememorar esta historia para mis adentros mientras Esteban seguía explicando.
Vista del patio interior desde el pequeño museo |
Acomodados en el alojamiento, me cité con un guardia civil en el parador, el primero que se instaló en un edificio histórico, rodeado de un encinar y desde donde se divisa el Campo Arañuelo y la Sierra de Gredos. Primero fue castillo, luego palacio de los condes de Oropesa y casa de Francisco de Toledo, que fue quinto virrey del Perú. El castillo, reconstruido en el siglo XIV, está formado en realidad por dos unidos, según leí en la página de Paradores: el castillo viejo, que fue una fortaleza árabe, y el nuevo, el palacio de los Álvarez de Toledo, condes de Oropesa. Su gran patio de armas es una maravilla, al igual que su imponente torre del homenaje, que es propiedad municipal, me explicaron en la recepción del parador.
Paquito, en el concierto de Carlos Bueso |
Fotografía antigua del patio de la casa de Platón Páramo |
Paquito, escuchando a Carlos Bueso y Pepelu Herrero |
A mi cita para conocerlo en persona, Juárez no llegó solo. Iba con su compañero Christian, y con los dos estuve charlando mientras tomábamos un café. Como lleva poco tiempo abierta, no conocían el interior de la casa donde estábamos alojados. Se la estuve describiendo y les conté también la historia de Paquito, el osito viajero, que lo llevaba en una bolsa de papel con la intención de hacerle una fotografía para una compañera suya que iba a cumplir 41 años tres días después, el 8 de diciembre. Llevaba rotulado el mensaje en un papel y a Paquito logré tocarlo con una gorra de guardia civil para darle más realismo. Como había planeado, salí del parador con la instantánea hecha, además realizada junto a un Papá Noel para darle un ambiente navideño.
Bajé con el tiempo justo para echar otro rato con Esteban, el empleado de la tienda de la Casa Platón Páramo. Me enseñó el maravilloso museo de mantones de manila que hay en una estancia de la vivienda y que yo iba a ver al día siguiente. Pero el tiempo apremiaba para ir al concierto de Carlos Bueso, para lo que en realidad habíamos viajado hasta Oropesa, pero había que dar una vueltecita por el pueblo antes de llegar al lugar de la actuación, el restaurante Los arcos del bosque.
Mantones de Manila de Artesanía Nava en la Casa de Platón Páramo |
Al entrar en el establecimiento, nos encontramos con Carlos Bueso, el teclista que lo iba a acompañar, Pepelu Herrero, y su amigo Hilario Rodríguez, que se encargó de vender discos. Con ellos estuvimos hasta que nos sentamos a cenar mientras escuchábamos el concierto en un patio porticado decorado con motivos medievales. Pero la actuación me la amargó un grupo de tres hombres y tres mujeres que, sentados en la mesa 1, no pararon de hablar como si estuvieran en su casa o en un bar de copas. La falta de respeto hacia el artista y hacia el público fue para haberlos tirado a un pilón. Pero Marcela me paró los pies. Nada que ver con el concierto en la sala Galileo Galilei unas semanas antes, con el personal puesto en pie, bailando y cantando los temazos de este juglar en la tierra.
Al bueno de Carlos se lo conté después del magnífico concierto en Oropesa y él quitó importancia. "Esta noche he venido a sembrar", me dijo con ese gracejo que tiene, propio de Cádiz, donde vivió, más que de Torrijos. Y comenzamos a tomar unos 'cacharritos' con amigos suyos llegados desde su pueblo y que se unieron a la barra, como Carlos y Timea Luiza, de la cervecería La Torrijeña. Echamos un par de horas, en las que Carlos Bueso a la guitarra e Hilario se marcaron unas canciones, hasta que tocó retirada.
El Día de la Constitución comenzó con un desayuno muy bueno servido por Carmen en la Casa Platón Páramo, aunque lo mejor vino después. Dimos otra vuelta por Oropesa y me percaté de la cantidad de trabajos del taller de Ruiz de Luna que salpican las calles de este tranquilo municipio, donde también podrás admirar obras del artista local contemporáneo Tomás Santís, que utiliza técnicas que usaban en la zona de Talavera de la Reina y que tiene alguna pieza muy bella en la Casa de Platón Páramo.
Rosa y José Luis Jiménez, la guía y el dueño de la casa, muestran un mantón |
En la plaza del Ayuntamiento volvimos a coincidir con el guardia Juárez, que estaba trabajando también en festivo. A los pocos minutos apareció su compañero Antonio, el otro agente de la información que publiqué hace un año, cuando los dos salvaron a cuatro personas en un incendio. Antonio, ya jubilado, es un tipo más largo que un día sin pan, muy afable y se le ve buena gente.
Minutos más tarde, regresamos al alojamiento para participar en la visita guiada por parte de la casa: el patio el museo con piezas de cerámica y mantones y el cautivador jardín trasero. Esperé a que llegara la hora sentado en una butaca en el imponente patio, en el mismo lugar donde Platón Páramo había charlado con su amigo Juan Ruiz de Luna tantas tardes. En eso que un hombre salió por la preciosa puerta que da acceso al pequeño museo y le pregunté.
-¿Es usted el propietario?
-Copropietario.
Entonces me puse en pie, lo llamé por su nombre y primer apellido, José Luis Jiménez -me lo había dicho Esteban, su empleado-, y comencé una agradable charla con un tipo sencillo y cordial. Hablamos de Juan Ruiz de Luna, de Enrique Guijo, de Joaquín Sorolla, de Antonio García Cerro y hasta de Jesús Olmedo, que durante muchos años fue 'La voz' de Antena 3. También del esfuerzo realizado por José Luis y su mujer, Carmen Nava, para recuperar una casa abandonada. Me enseñó fotografías del pasado, de su lamentable estado; volvimos a hablar de la cerámica de Talavera, y me volví a acordar de mi tía Daniela y de su juego de café.
Detalle de un mantón de Manila con elementos de marfil |
La visita guiada se hizo con Rosalina, una restauradora llegada desde Toledo que explicó estupendamente la historia de la casa y su costosa rehabilitación, para que la que José Luis y Carmen han tenido ayudas económicas de fondos de europeos. Nos adentramos en el museo de los mantones y allí fue José Luis quien tomó el testigo y comenzó a hablar efusivamente y enseñarnos unos preciosos ejemplares, que se venden por medio mundo.
En su novela 'Fortunata y Jacinta', Benito Pérez Galdós dice del mantón: "Envolverse en él es como vestirse con un cuadro. La industria no inventará nada que iguale a la ingenua poesía del mantón, salpicado de flores, flexible, pegadizo y mate, con aquel fleco que tiene algo de los enredos del sueño...". El mantón fue inmortalizado por Joaquín Sorolla, Julio Romero de Torres y el músico Tomás Bretón con Ricardo de la Vega en la 'Verbena de la Paloma', según pude leer en una vitrina. Y la reina Letizia Ortiz se hizo un vestido con un mantón regalado con motivo de su boda con Felipe VI por Artesanía Nava, que tiene su sede en el cercano pueblo de Lagartera, además de la tienda en la Casa de Platón Páramo.
Felicitación de Paquito a una guardia civil por su cumpleaños |
Concluida la visita, de una hora de duración que se me hizo muy corta, charlamos con la guía, a la que llaman Rosa para acortar. Y, durante la conversación, afloraron las casualidades. Nos contó que es vecina de Toledo, donde su padre es el director del Museo del Ejército, Jesús Arena, y su madre, Rosalina Aguado, profesora de nuestra hija cuando ella estudió el bachillerato en la Escuela de Arte de la capital regional.
Pero es que hubo más. Rosa es amiga de Carlos Bueso y ella participa en el fabuloso vídeo grabado para el tema 'Tiempo' del cantante torrijeño, un juglar en la tierra y la razón por la que viajamos hasta Oropesa.
Amenazamos con volver pronto para visitar otros pueblos de la zona y seguramente dormiremos en la Casa de Plantón Páramo, donde los 89 euros que pagamos por una noche es poco para todo lo que me hizo sentir.
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