Por Martin y sus amiguitos

Después de terminar la prueba
31 de diciembre de 2018. Era mi segunda participación en la carrera más solidaria de Las Palmas de Gran Canaria, la multitudinaria carrera san silvestre del Hospital Perpetuo Socorro (HPS), su principal patrocinador desde hace 17 años. Seis kilómetros de recorrido llano por los que yo había pagado 7 euros. Un dinero que, seguramente, será bien aprovechado, ya que la organización destinará todo el dinero recaudado a proyectos benéficos (en 2017, donó más de 77.000 euros). En mi caso, mi aportación irá a Médicos del Mundo, aunque podía haber elegido cualquier otra de las numerosas opciones: Asociación Española Contra el Cáncer, Comisión Española de Ayuda al Refugiado, Aldeas Infantiles, Fundación Alejandro da Silva, Unicef y Cruz Roja.

Imagínate doce mil personas personas corriendo por afición, por una promesa o por colaborar con algún proyecto solidario. ¡Y con 20 grados de temperatura! No era la primera carrera benéfica en la que yo participaba: fui a Londres para recaudar dinero para la Fundación Vencer el Cáncer. Ni tampoco la primera prueba que dedico a alguna persona querida: mi hermana, mi abuela Avelina, la madre de mi amigo Rafael Martín o mi suegro, Severiano, fallecido a causa de la maldita enfermedad de Alzheimer.

Guacamayos en la Casa de Colón
Pero confieso que el día antes no sabía a quién brindar la san silvestre de la capital canaria, un honor que Las Palmas comparte con Santa Cruz de Tenerife. Sin embargo, cuando preparaba la maleta en mi habitación, vi sobre mi butacón una bolsa de plástico con una camiseta en su interior. La prenda, blanca, tenía una inscripción -Apremde Toledo- y dos pies impresos. Era la camiseta que me había regalado unas semanas antes Raquel Martín, seguidora de este cuaderno de viajes. Ella es uno de los faros (¡vaya cursilada!) que guía la Asociación de Prematuros de Toledo. Y entonces decidí dedicar la carrera a su hijo, el pequeño Martin (sí, sin tilde), y algunos de sus amiguitos en Apremde: León, Fran, Alex o Ángela. Niños, y niñas (para que no me laceren por ser poco inclusivo), que son un ejemplo de fortaleza. Como Martin, el que todo lo puede, que fue protagonista de uno de mis reportajes en ABC sobre la fortaleza de los niños prematuros.

Belén navideño en la playa de Las Canteras
Él y sus amiguitos tienen que agradecer a mi enlace en Las Palmas, María del Pilar Carreras, que yo estuviera en la carrera. Pili recogió mi dorsal dos días antes de la prueba -casi "in extremis", la verdad, porque los canarios son así, mi niño; para ellos las prisas no son buenas-. Luego me permitió participar en la san silvestre, no sin antes pasar ciertos apuros.

Llegué a Las Palmas con mi familia desde Madrid el mismo día de la prueba. En el avión, dos caras conocidas de los informativos en televisión: Vicente Vallés, de Antena 3, y Ángeles Blanco, de T5. La pareja viajaba con su hijo, de corta edad, que no paró de calcular números bajo la mirada de sus padres.

Después de aterrizar en el aeropuerto grancanario, en el vestíbulo de llegadas nos esperaba Noelia, una simpatiquísima conductora de Ziptransfers (48 euros, traslado de ida y vuelta). Ella nos condujo en una furgoneta de 16 plazas hasta el apartamento Boutique Apartment Love You, amplio y bien equipado en la calle Valencia, que alquilamos en las inmediaciones del mercado central por 300 euros, 5 noches, para 4 personas. A las dos de la tarde, estábamos en un supermercado realizando la compra para la cena con la que íbamos a despedir 2018, un espléndido año para el menda sinceramente: trabajo remunerado, el cariño de mi mujer y de mis dos hijos, un libro publicado y una sección en un programa de radio. Si me quejo, es para darme doce latigazos sin anestesia.

Momentos antes de las campanadas para recibir 2019
Para entonces, mi enlace en la isla me había dicho que no podría acercarme el dorsal porque le había salido una urgencia en el hospital donde trabaja: un cateterismo. Un contratiempo para ella, para el enfermo y para mí. Sin comer, me las tuve que ingeniar para ir hasta el lugar de trabajo de Pili, a cinco kilómetros de distancia. Eche mano del Google Maps. A pie era una barbaridad, por lo que decidí usar el autobús urbano (guagua) en un día en que el cogollo de Las Palmas estaba cortado por la carrera. Con la ayuda del dispositivo de localización llegué a pie a una parada de bus, donde me recogió un conductor muy atento, Eladio López, que me indicó dónde apearme y por dónde llegar a pie hasta el hospital. Misión cumplida en 45 minutos: dorsal recogido.

Faltaba una hora para la salida. Me dirigí a la línea de salida y volví a subirme a una guagua. ¡Sorpresa!, el conductor era el amabilísimo Eladio López. En el trayecto de vuelta me recomendó los restaurantes El Churrasco y Casa Noño (fundado por un exjugador de la UD Las Palmas, Noño Bosmediano). Además, el bochinche Los Jamones (una especie de taberna) en la zona de La Puntilla.

Fuegos artificiales. Entramos en 2019

Por la premura, corrí la prueba con un plátano y medio en el estómago. Fue suficiente, a pesar del cansancio acumulado por haberme levantado a las cinco menos cuarto de la mañana, para aguantar los seis kilómetros de la carrera con 20 grados de temperatura. Pero había que hacerlo por Martin y sus amiguitos de Apremde (algo que plasmaron en fotografías mi mujer y mi hijo). Luego, cenita, paseo de 30 minutos hasta la maravillosa playa de Las Canteras, uvas de la suerte, fuegos artificiales y para casa.

A la mañana siguiente, al mediodía, me puse delante de la televisión para escuchar mi entrañable concierto de Año Nuevo desde Viena. Bonitos recuerdos porque he tenido la suerte de oír en directo a su famosísima orquesta filarmónica por 5 euros en la archiconocida Sala Dorada de la Musikverein, su sede. Después de disfrutar con las polcas de los Strauss, incluidas su Marcha Radetzky, a la calle de nuevo para vivir un 1 de enero diferente en una capital con encanto.

Pasando el trance del cambio de año con la familia
Las Palmas, en Navidad, encierra entre sus solariegas calles algunos pequeños tesoros, como el belén que Joaquín Marrero monta en su casa desde hace siete años. Está abierto al público en la calle Torres Quevedo, 23, en playa Chica. Menos las figuras, que proceden de Murcia, todo lo demás está fabricado por este simpático jubilado.

No solo en Navidad, sino cada vez que camines por la increíble playa de Las Canteras, debes de ir a comer al restaurante Paparazzi. Si te gusta la comida italiana, sigue mi consejo. Cocinan muy bien, con una lasaña de carne buenísima, la pasta, al dente; y las pizzas, grandes y con el borde cruciente, al estilo romano. Para mi, solo tiene un pero: el precio de la botella de agua de 33 centilitros. Es muy cara; 1.6 euros por unidad. Por supuesto, se lo he dicho a Goyo, el director, pero ha desoído la queja, de momento. De todos modos, si te acercas, dile que vas de mi parte. Es un tipo muy amable.

Belén de Joaquín Marrero 
También en esa zona de turisteo te recomiendo el restaurante Gran Playa, donde te sorprenderán con unos menús de calidad a unos precios muy económicos, impensable cuando el mar lo tienes a tiro de piedra: 9 euros por un primero, un segundo, bebida, un postre o café. ¡Se puede pedir más por menos! Es un sitio muy visitado por la ciudadanía local.

Tampoco olvides pasar por Amigo Camilo, en la Puntilla, si quieres comer pescado fresco (riquísima la "vieja", un ejemplar autóctono), con la brisa del mar acariciándote la cara. ¡Y con unas vistas increíbles por su inmejorable situación! Además, su personal es encantador.

Para disfrutar de un café con leche por 1.2 euros en una terraza, embobado también con el mar y la playa de Las Canteras de fondo, acércate a la heladería Ciao Ciao. Propiedad de un italiano, sus helados son caseros. Hace esquina, a unos 80 metros del Amigo Camilo, y allí te atenderá Jasmina con una sonrisa, "mi niño" (o "mi niña", según el caso).

Nosotros tomamos café en esa coqueta heladería tras haber comido en el Paparazzi y visitar el magnífico belén de arena que levantan en la playa de Las Canteras por Navidad. Aunque es gratuito, después de terminar el recorrido la conciencia te obliga a depositar una moneda para los artistas, cuatro maestros extranjeros: uno ruso, un belga y dos canadienses. Es increíble cómo pueden modelar la arena y realizar esas obras maestras. Como diría un inglés, es un 'must' que no debes perderte.

Playa de Las Canteras
No solo en Navidad, sino en cualquier época del año, encontrarás trabajos con arena a lo largo de la playa de Las Canteras, un lugar que trae grandes recuerdos a mi vecino Ángel cada vez que ve una referencia de esa zona, ya que él hizo el servicio militar en Gran Canaria. Y, quizá, te sorprenderán dos chicas que, con una música relajante, consiguen introducirte en un mundo mágico: un muñeco de madera parece cobrar vida.

La vida es lo que quiero aprovechar. Por eso, nos vinimos a Las Palmas a pasar el trance del cambio de año. Por aquello de que más vale pájaro en mano (lo siento por los animalistas) que ciento volando.

Y si eres de lo que te gusta endulzarte la vida, pásate por la panadería y pastelería El Roque (calle de Tomás Miller, 21), donde hemos probado sus pasteles caseros por 1.25 euros cada uno. Recomendación familiar: uno de tarta de manzana y otro de bizcocho y almendra. Para mojar en el café con leche, su gigantesco cruasán, también hecho por ellos mismos. Y, si vas para el día de los Reyes Magos, pásate a comprar su roscón: 11,95 euros por uno de 1,2 kilo, relleno de nata, cabello o trufa; o 13,95 euros por el de dos kilos con crema.

Quiosco en la plaza de san Telmo
No solo en Navidad, sino en cualquier época del año puedes salir a correr en pantalón y manga corta, con 20 grados de temperatura por el paseo de Las Canteras o a lo largo del paseo que comunica la avenida de Canarias, la playa de Alcaravaneras y el centro de la ciudad, con el muelle como fondo. No tiene precio. Yo lo he hecho estos días, vistiendo la camiseta de "Apremde Toledo" (lavada a mano después de cada uso, claro)

Como también está muy chulo pasear por la céntrica plaza de san Telmo, donde recomiendo que te tomes una consumición en la terraza del precioso café, un edificio de estilo modernista. Aquí te puedes tomar un tercio de Mahou por 1.70 euros mientras tomas un baño de sol. Y es muy probable que te atienda Magno, un simpático camarero que trabaja en el parque donde corrió cuando era niño, porque vivió en Triana, unos de los barrios históricos de Las Palmas.

La capital canaria es un espectáculo de colores, aunque el Ayuntamiento se preocupa de realzarlo en Navidad con las flores de pascuas. Por la ingente cantidad de esas plantas de Navidad que adornan calles y plazas de Las Palmas, donde se vive una primavera casi permanente, diría que los viveros las regalan o hacen un 5x2 al Consistorio.

Pozo al que se le cayó unas
gafas a una turista
Y seguro que te saldrá una sonrisa cuando leas, en los carteles de algunas paradas de las guaguas, la llamada casa del Coño. He leído que, cuando los edificios en altura aún no eran lo más común en España, muchos de ellos fueron rebautizados como "Casas del Coño" o "Edificios del Coño", puesto que la palabra más repetida por turistas y habitantes era "¡coño, qué alto!" o parecidos.

En Las Palmas de Gran Canaria, la casa del Coño es el edificio José Antonio, en la calle del Presidente Alvear. Se trata del primer inmueble palmense en elevarse más de 8 plantas sobre el suelo (tiene 11, 3 más que el hotel Parque, en la plaza de san Telmo, que fue levantado en 1935). De uso residencial y diseñado por el arquitecto Fermín Suárez Valido, el edifico José Antonio estuvo terminado en 1955.

La Casa del Coño, en un mapa de una
parada de guaguas 
Sin embargo, no fui a ver ese edificio, sino que me acerqué a la conocida como Casa de Colón, realmente la Casa del Gobernador. Interesante inmueble, donde se cree que Cristóbal Colón pernoctó camino de América, ya que estuvo en Gran Canaria en tres de sus cuatro viajes al Nuevo Continente. Dentro te encontrarás con dos simpáticos guacamayos y con un personal muy dispuesto; fui testigo de cómo dos empleados diligentes recuperaron de un pozo las gafas de sol de una turista.

Para la vuelta al aeropuerto, el transporte privado estaba a su hora en la puerta del apartamento. De nuevo, Noelia al volante. "Han acertado con tomar el avión temprano porque hoy llegan los Reyes Magos al puerto y se cortan los accesos", dijo. Nos alegramos de nuestra buena suerte.

Volamos sin contratiempos a Madrid. Esta vez no había ningún personaje televisivo entre el pasaje, como sucedió a la ida. Durante el trayecto me emocioné con una película, "Figuras ocultas" (Hidden figures), que te la recomiendo encarecidamente. Una lección de valentía, constancia y lucha por los derechos de los negros.

Aterrizamos sobre las tres de la tarde. Recogida del tradicional roscón de Reyes y a casa. Con la llegada de la noche, antes de que sus Majestades comenzasen con su afanosa tarea de repartir juguetes, concluí el relato de esta aventura dedicada a Martin y a sus amiguitos. ¡Por los niños prematuros, por Apremde Toledo! Es mi sencillo regalo de Reyes. Mi imaginación no da para más.















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