Covid-19: Mallorca, la felicidad de volver a volar
Paquito, en su habitación del hotel |
La maldita pandemia por el Covid-19, que tanta gente se ha llevado por delante en el mundo, nos ha recordado que somos vulnerables; que hay que invertir más en sanidad; que hay que ser mejores personas; que la muerte está a la vuelta de la esquina; que... hay que disfrutar de la vida. De esas pequeñas cosas, parafraseando al gran Serrat.
Ese primer vuelo después del confinamiento me supo a gloria. Hasta el movimiento brusco del avión, por las turbulencias después del despegue, me pareció agradable. Tenía ganas de volver a oír "buen vuelo" de la voz del piloto antes de levantar la aeronave. De volver a soñar, a disfrutar, a pesar de los cambios en la vida de todos.
Desayuno con vistas |
En la mochila, Paquito, un oso de peluche que me dio la satisfacción de hacer más llevaderos los cien días de confinamiento a varios cientos de personas con mensajes de ánimo, la mayoría. No sé si sabrá su historia: el nombre está dedicado a mi añorado Paco Torres, un actor de los pies a la cabeza que falleció a finales de marzo por el coronavirus.
Playa de Magaluf |
La calle de Punta Ballena como no la han visto en años |
Si el llenado de la cabina se hizo sin rechistar, más llamativo fue el vaciado al llegar al destino. Me impresionó ver a los pasajeros abandonar la cabina por filas, sin aglomeraciones, obedeciendo las órdenes del piloto, que nos posó sobre el aeropuerto de Mallorca en una hora.
Cajero automático cerrado en verano. Lo nunca visto en Magaluf |
Bahía Príncipe Coral, en Magaluf, fue nuestro cuartel general. Al lado, la conocidísima calle de Punta Ballena, cerrada por el Gobierno balear después de los desmadres del turismo de borrachera unos días antes. Se lo conté a mi colega Juan Pablo Carabias, uno de esos periodistas que estudiaron la carrera para cambiar el mundo. Él había realizado un reportaje para Equipo de Investigación, un excelente programa de televisión en La Sexta, y se sorprendió al relatarle lo que yo había visto: tran-qui-li-dad por la falta de gente en la calle. Magaluf como nunca la habían visto.
Hotel de cinco estrellas en Magaluf. Cerrado. |
Pues ya sabes con quien te estás jugando los cuartos. Mi filosofía es invertir en viajes antes que jugar en la bolsa. Se puede, se debe viajar para levantar la economía de España en estos momentos tan convulsos, y se puede hacer también a unos precios muy buenos, excelentes. ¿La clave? Reservar con suficiente antelación. No te descubro nada nuevo.
Hotel Katmandú. Cerrado. |
Los cuatro días en el hotel, donde las medidas higiénicas son sobresalientes, me sirvieron para hacer una similitud de lo que pasa en la calle ahora: gente sin mascarilla aunque te lo advierten hasta la saciedad; sujetos que se molestan porque alguien se lo recuerda; extranjeros responsables y otros, todo lo contrario; españoles que llevan la mascarilla y se la quitan para estornudar... Mi estancia en el Bahía Príncipe Coral fue un estupendo banco de pruebas sobre lo que me iba a encontrar en mis vacaciones por España este verano.
Parque Katmandú. Cerrado. |
El sábado se dejaron ver las embarcaciones, que se acercaron a las playas para echar el ancla y disfrutar de un día espléndido. En el hotel, un sabrosa paella y una magnífica sangría como aperitivos antes de comer. Me dio pie para hablar con Ilko, un camarero búlgaro que había trabajado en Australia tres años y que, durante varios meses, se recorrió varios países asiáticos con el dinero que había ganado. "Regresé con solo 50 euros", resumió. Cosas de la juventud.
Le dije que lo citaría en mi bitácora, como a su compañero Nicolás, con un gran parecido físico a Luca Modric. Pero esto no fue lo que me llamó la atención de este camarero delgado de 36 años, sino que era la primera persona conocida que invertía en criptomonedas. La sorpresa fue mayor aún cuando una cliente que estaba en una mesa de al lado declaró en voz alta que ella también esperaba ganar dinero con ese medio digital de intercambio. Una coincidencia increíble.
Arbol del paseo marítimo de Son Matías |
En la piscina. Allí te encontrarás a Gabi, un socorrista de 57 años que no los aparenta ni de lejos porque su forma física es envidiable y por un secreto que no desvelaré. Es un bilbaíno que conoce perfectamente su trabajo, que compagina con otro en Salvamento Marítimo, además de hablar varios idiomas dentro de un hotel con clientes de varios países. Si logras que se baja la mascarilla, a veces a juego con su indumentaria de trabajo, seguro que le sacarás un parecido a Fernando Tejero, con barba canosa incluida
Calle de Punta Ballena. La próxima vez probaré si es verdad que te multan |
"¿Y tú eres Manolo aventuras?", me cuestionó Julio, un conocido de Toledo, que me sugirió visitar la virgen morena de Lluc y comer un helado en la Colonial, en la Colonia de Sant Jordi. "Si no haces eso, no has ido a Mallorca", sentenció. "Y después de Lluc, escucha un concierto de Chopin en la cartuja de Valldemosa", añadió. Antes me había dicho que, si me molaba correr, lo mejor sería ir de Caimari al santuario de Lluc, "10 kilómetros inolvidables", afirmó.
Pero mi regate fue hábil, creo. "Una aventura es estar en el hotel y no contagiarte en estos tiempos", respondí con cintura, después de comentarle que, en este viaje a Mallorca, solo nos moveríamos a pie alrededor del hotel.
Sucedió el mismo día que Áurea García, una periodista de Radio Nacional, me envió la grabación de la pieza que ella dedicó a Paquito. ¡Cómo se pueden contar tantas cosas en tan poco tiempo! Es algo que siempre he admirado de la gente de la radio. Paquito volvía así a las ondas después de haber presentado una edición de La Rotonda, de Joaquín Guzmán, en Radio Castilla-La Mancha.
Aeropuerto de Mallorca |
Después de cinco maravillosos días, tocó volver a casa para seguir trabajando. Marta, en recepción, nos deseó un buen vuelo antes de nuestra partida. Inesperadamente, el autobús de Transunion que nos devolvió al aeropuerto (13 euros los dos billetes) apareció dos minutos antes de la hora indicada. Felipe, su conductor, me dio la segunda alegría: "Daniel, un compañero mío, es de Talavera de la Reina". Y así se me gana rápidamente. La tierra tira; ya lo sabes.
Una hora de vuelo, recogida del vehículo en el aparcamiento del aeropuerto (39,60 euros) y llegada a casita. Descontando ahora los días para el próximo destino de Paquito en su campaña del turismo por España para apoyar la economía del país. ¿Una pista? Puede que sea santa, llana y tenga mar.
Pero, Paquito, no se ha acordado de traernos una ensaimada. Aún sin peli que ya me lo toman bastante.
ResponderEliminarY ya con la cuenta atrás de 51.