Y debajo de sus pies tenían un teatro romano

Teatro romano de Cartagena. Paquito sigue
con su campaña nacional de turismo

Los padres de Álex vivieron durante años sin saber que bajo sus pies tenían un espléndido teatro romano, cubierto por toneladas de tierra y sepultado por viviendas, que nunca dejaron vislumbrar el maravilloso legado de Cartago Nova.

Casi 2000 años después de su construcción, en 1990, el profesor universitario Sebastián Ramallo arroja luz: los restos arqueológicos descubiertos en unas catas para construir un centro de artesanía aledaño se corresponden a un teatro romano. Los vecinos de este barrio de pescadores, una zona degradada, serán indemnizados y los padres de Álex cambiarán de residencia.

Los trabajos dejarán al descubierto un majestuoso teatro construido entre los años 5 y 1 antes de Cristo, con una capacidad para 7000 espectadores. Es el regalo final que el visitante tendrá después de recorrer su museo, diseñado por el arquitecto Rafael Moneo, con el que coincidí durante una visita a otra obra suya, el palacio de congresos de Toledo.

Debajo estaba el teatro. Año 1991

Tras subir y bajar escalones, recorrer la cavea, la orchestra y de sentirte como un actor romano sobre la fachada escénica, abandonarás el teatro por una puerta que te abrirá Álex, cuyos padres vivieron encima del teatro romano durante años sin saber lo que tenían bajos sus pies.

El bello lugar se encuentra a pocos metros de la calle de la Jara, la zona peatonal del casco antiguo que Álex nos recomendó para comer. «En Cartagena se tapea», aclaró el chaval. Y le hicimos caso. Pero, como no teníamos referencias, eché mano de Tripadvisor y Google. Llegamos a la Bodega la Fuente, donde comimos tapeando: a 2,20 la cerveza y una tapa. En total, 13,80 euros dos personas. Y, como caímos en gracia al responsable, nos regaló un refrescante vermú granizado, que probamos por primera vez.

Asombroso estado de las obras en 2000

Cartagena es una ciudad ecléctica, donde puedes pasar de la belleza de su teatro romano a calles degradadas, girar hacia la izquierda y llegar al palacio consistorial modernista, que puede recordarte a París o al icónico edificio Metrópolis de Madrid. Y luego deleitarte mientras paseas por su paseo marítimo a lo largo de su puerto, donde el escritor y periodista Arturo Pérez-Reverte, miembro de la Real Academia Española, aprendió a navegar.

Ya que estás por la zona, no dejes de ir hasta la Batería de Castillitos, una antigua fortificación de artillería que te maravillará por su enclave, con unas increíbles vistas al mar. Te advierto que deberás llegar por una tortuosa y estrecha carretera de montaña, muy transitada por turistas con muchas ganas de recorrer este bien de interés cultural, declarado como tal el 7 de agosto de 1997. 

«Murcia, ¡qué hermosa eres!», se canta en la zarzuela de La Parranda. Tuve la enorme suerte de ver esta obra en directo en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, en 2005, en la que mi admirado Paco Torres dio vida al padre Vicente.

Catedral de Murcia

En las tierras bañadas por los ríos Segura y Tajo, por aquello del trasvase, uno puede quedarse gratamente sorprendido la primera vez que la visita. En la capital, Murcia, te enamorará la bella panorámica de la catedral y de su puente más antiguo desde el paseo fluvial. También puedes descubrir restos de la interesante muralla árabe en su centro de intepretación y recorrer los alrededores del Ayuntamiento, decorados con flores y fuentes, antes de llegar a la plaza de la catedral.

Te recomiendo que admires su espléndida seo de día y también de noche. Y no dejes de tomarte una tapa, comer o cenar en El pasaje de Belluga. Pregunta por Vicente y déjate llevar por sus sugerencias, aunque cualquiera de sus compañeros te atenderá amablemente.

Panorámica de Murcia
Fuimos recomendados por Merchu, una dicharachera joven que nos dio de desayunar en el hotel Pacoche, donde nos alojamos en el barrio del Carmen. Acertamos de pleno en el restaurante: por 74 euros cenamos dos personas como reyes, con la catedral iluminada como testigo. Comida de vanguardia y casera que te sorprenderá. Prueba sus croquetas de sepia, sus mejillones en escabeche, su besugo, del que aprovecharás todo; su calabacín relleno de chato (cerdo murciano) y churrasco o su dulce paparajote. Todo ello regado con una botella de verdejo de la finca Tresolmos y un gin-tonic. ¿Se puede pedir más?

Dormimos en un hotel céntrico, tres estrellas, sencillo, muy limpio y con garaje privado. Pagamos 53 euros cada noche por una habitación doble, en régimen de pensión completa y con una plaza de garaje incluida. Las comidas fueron en el restaurante del mismo nombre (Pacoche) que se encuentra al otro lado de la calle. Te atenderá Pedro, un fenómeno de la hostelería, un profesional como la copa de un pino, que te hace sentir como en tu casa. Aquí encontrarás menús caseros de 10 euros, con un primero, un segundo, un postre y una bebida.

Batería de Castillitos

Otro día ve hasta Águilas, la localidad natal del actor recordado Paco Rabal, con quien Paco Torres trabajó en la fantástica película «Los santos inocentes».

Las playas de esta zona bañada por el mar Mediterráneo te dejará sin respiración. Estuvimos en la de Las palmeras y en la de Cocedores, separadas por unos metros de arenales, siguiendo los consejos de Roberto, un simpático empleado que trabaja en el supermercado de nuestro barrio. La belleza de la zona te puede dejar sin palabras. No exagero. Ya me dirás entonces si La Parranda tiene razón cuando se canta «Murcia, qué hermosa eres».

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