Alcalá del Júcar, un lugar para el retiro

Anocheciendo

Parece un pueblo de cartón piedra colgado de una montaña con el río a sus pies. Pero Alcalá del Júcar, en Albacete, es algo más real: es vida. Subir y bajar sus calles te pone en forma. Y eso se nota en el físico de los alcalaeños.

El puente viejo y el castillo, arriba

No te preocupes si luego te sientes flojo de piernas. La cocina en este pueblo de La Manchuela te deja sin palabras; como la belleza de sus calles, merecedoras del título Conjunto Histórico-Artístico en 1982. Ahora entiendo también que la empresa Nescafé lo petara con su luminoso anuncio navideño de 2008, cuando puso definitivamente a Alcalá del Júcar en el mapa.

Sin embargo, a 64 kilómetros de Albacete la duda te asalta cuando te vas aproximando en coche a Alcalá y compruebas que solamente hay planicie. '¿Me habré equivocado?', llegué a pesar. Fue lo mismo que le sucedió a mi amiga Marta cuando estuvo por esos lares con su hija Carlota. Porque, hasta que no estás prácticamente encima, no te golpea la singular belleza de este municipio abrazado por el Júcar, de aguas cristalinas, frías y de un color verde esmeralda que me ha fascinado. 

Canal del agua
En este pueblo de cuento de apenas 1.300 habitantes pasé tres noches, concretamente en el hostal Alcalá del Júcar (160 euros, con desayuno en una habitación doble). Conocí a Diego, un hombre bueno. Te das cuentas a la primera. Regenta este pequeño y coqueto alojamiento junto con su mujer, Llanos. Su nombre es muy frecuente en Albacete por la devoción a su virgen, aunque es extraño llamarse así en un pueblo con tantas cuestas. Pero debo aclarar que el chiste no es mío. Lo contó el humorista Leo Harlem durante la grabación de su programa "El paisano", de Televisión Española, con el que visitó esta mágica zona unas semanas antes y que fue emitido a primeros de diciembre.

Calle de Alcalá del Júcar
Por esas casualidades de la vida, Leo y el menda compartimos el mismo hostal, que no habitación. Él ocupó una de las dos suites del establecimiento; yo, en cambio, una enorme habitación doble más propia de un hotel de buena categoría. Es lo que tiene ser una estrella de la tele; lo digo por Leo, porque servidor no pasa de ser un juntaletras.

Diego, el hostelero, es de esas personas cuya bondad y amabilidad se perciben a la legua. Destila cordialidad y sosiego. También le falta tiempo para ayudar cuando te ve en un apuro. A mí me echó no uno, sino dos cables (uno rojo y otro negro) para arrancar el motor del coche porque la batería se descargó el primer día por un descuido mío. Y estuvo preocupado después por si el dispositivo funcionaba correctamente, como así sucedió.

Zona próxima a la playa fluvial
El primer día en Alcalá comenzó estupendamente. En el restaurante Los Robles, junto al hostal, comimos y cenamos de lujo. Allí coincidimos con Luis Domingo Rico, el concejal de Turismo de este blanco municipio.  Luisdo, como lo llaman en el pueblo, se estaba apretando un estupendo arroz con bogavante con dos amigos en una mesa distante de la nuestra porque había que guardar al menos dos metros de separación por eso del malvado covid-19.

Resulta que Luisdo trabaja en el CMMedia, el ente público de radio y televisión de Castilla-La Mancha, donde un servidor colabora en un programa de radio. Pues, por esas casualidades de la vida que a mí me pasan, Luisdo y mi menda tenemos allí al menos un conocido en común, Isaías, lo que dio pie a una amena conversación entre plato y plato.

Acceso a la cueva de Masagó
Dori regenta el restaurante Los Robles, de donde salí con el recuerdo de su deliciosa tarta de zanahoria casera y de su hamburguesa de buey, servidas con una sonrisa por Lorenzo mientras Andrés, el cocinero, y Dori no se despegaban de los fogones. Además de la buena comida, también cuidan los detalles, como esas nubes bañadas en chocolate que te convencen definitivamente para volver.

Entre la comida y la cena me recorrí el pueblo. Del castillo, en lo más alto de la colina escarpada, a la singular plaza de toros, en la que me encantaría ver un festejo porque mi cerebro no alcanza todavía a comprender cómo demonios un novillero o un matador de toros son capaces de lidiar una res en lo alto de un risco.

Antes de cenar, me topé en una pared con un cartel que anunciaba un espectáculo con humoristas de la zona en la misma casa de la cultura donde Leo Harlem rodó parte de su programa. Aunque llegué ya con la actuación ya empezada, me dejaron pasar y eché un buen rato con los monologuistas Jesús Arenas, Juanjo Albiñana, Roberto Gontán y Fran Pati.

Pintura en el suelo delante de la casa de
una antigua dama de honor de las fiestas
Allí me hicieron recordar la anécdota de "la miaja del apechusque" o la del hombre de 36 años que siguió de copas después de recibir seis puñaladas en 2015. ¿La razón de tanta resistencia física?: "Soy manchego, me recupero pronto", respondió el hombretón, Mario, de 36 años, a los agentes de policía que lo atendieron. Si quieres saber más, te recomiendo que busques en internet estas historias, que han dado pie a parodias graciosas.  

A la mañana siguiente, visité la cueva de Masagó, donde su propietario te propone, sin él saberlo, un viaje en el tiempo. Alfonso cuenta que unos monjes de Valencia quisieron instalarse en ella, pero luego desecharon la idea y su actual dueño compró la caverna años más tarde. Que te cuente la historia; te dejará boquiabierto.

Escalera a ninguna parte en Tolosa
Me encontré a Alfonso a la salida de la cueva cubriendo sus piernas con unas faldillas. Estaba al calorcito porque en la calle hacía mucho frío. Puedes entrar por aquí, aunque te recomiendo que lo hagas por la gruta del Duende, que desde 2014 se comunica con Masagó por un larguísimo pasadizo de unos 300 metros que tardaron en excavar cerca de 8 años, según cuenta Alfonso. Con 120 años de historia, estas antiguas viviendas están abiertas al público desde 1960.

Al otro lado de la roca, después de subir cuatro calles por las entrañas de la gruta del Duende, te maravillarás con las vistas al río Júcar. Y brotará el asombro ante tanta belleza.

Otra preciosidad que encontrarás será un juego compuesto por tres vasos y una jarra de cerámica. ¿De dónde? Talavera de la Reina. Inconfundible (me tira la tierra). Estas piezas artesanas están junto al bar, regentado por José, hijo de Alfonso. Allí podrás tomarte un refresco e, incluso, comer cuando levanten las restricciones sanitarias en Castilla-La Mancha. Ahora somos pocos los turistas que vamos a Alcalá del Júcar, que vive sobre todo de excursionistas del Levante, y no compensa la inversión.

La Recueja
Masagó y Duende, dos cuevas excavadas a mano y un martillo percutor para picar, es un negocio familiar cuya tercera pata es Josefina. A la matriarca te la puedes encontrar al comienzo de la gruta del Duende para cobrarte los 3 euros que cuesta la entrada (con una consumición).

No son las únicas cuevas en Alcalá. Hay otra muy famosa, que yo sepa: la del Diablo. Pero no pude visitarla por la falta de tiempo. A su propietario, un tipo pintoresco (como su pueblo), lo conocí viendo el programa de Leo Harlem posteriormente. Pero no me crucé con Juan José, el dueño, durante mi estancia en el pueblo, aunque sí charlé con otro de los personajes que hablaron en "El paisano". Con Francisco Javier, el "sheriff" de Alcalá, coincidí en el restaurante Rambla, que también tiene un hostal. 

Cámara de fotos en la cueva Masagó
Es muy probable que a este agente larguirucho de la ley y del orden te lo encuentres en la zona municipal de aparcamiento (2 euros, 24 horas); o por el puente viejo o romano a la caza de algún turista listillo que ha aparcado donde no debe.

Francisco Javier cuenta que ha multado a un obispo y también a unos guardias civiles que fueron una vez de paisano y estacionaron el coche en un lugar prohibido. "No me caso con nadie", dijo a Leo Harlem.

Deportista colgado de
los árboles en Alcalá 
 Supe quien era el "sheriff" porque me lo dijeron Diego, el hostelero, y su mujer, Llanos, de la que conocí más tarde que había nacido y se había criado en una cueva del pueblo que ahora es un museo. Los cinco (yo viajaba con mi santa) comimos en el mismo restaurante, donde nos atendió Ángel, el único camarero. Aluciné con su capacidad de trabajo, ya que él solito atendió a 27 comensales (los conté uno a uno), que estábamos repartidos en ocho mesas. Imagino que su jefa, Anita, será otra crack en la cocina porque nuestros platos salieron de diez (esas alubias con codorniz todavía sigo saboreándolas).

En el Rambla me gustó probar el licor y la ginebra de azafrán, una de las mejores especias aromáticas de la cocina española, mientras Ángel era capaz de ponerte un gin-tonic sin perder la sonrisa a pesar del elevado número de clientes.

El Júcar, a su paso por Tolosa

Tan simpático como Kevin y Emi (de Emilia, pero no le gusta). Son dos jóvenes camareros del restaurante Fogones "El chato", donde comimos una buena carne a la brasa, algo que es característico en los restaurantes de este maravilloso pueblo.

Kevin me contó que una prima suya, Cristina, ha conseguido un respaldo popular con su torito bravo, cuyas fotografías publica en Instagram en las situaciones más inverosímiles.

Algo así como mi Paquito, el osito viajero, que conoció la espléndida panorámica de Jorquera, también bañada por el Júcar. A un tiro de piedra de Alcalá, Jorquera fue el municipio del que dependió la aldea de Alcalá hasta que consiguió su independencia en 1364 (según Wikipedia; me gusta citar mis fuentes).

Guiño al azafrán en la cueva Masagó
Para llegar a Jorquera desde Alcalá debes ir por una carretera sinuosa que te dejará estupefacto por la naturaleza que encontrarás durante el trayecto. Detente en La Recueja, a medio camino. Cruza el puente de madera y mira los patos. Dedícale unos minutos y, si tienes la suerte de encontrarte con Martín, un señor ya mayor que todavía se olvida la mascarilla en su casa, dale recuerdos de mi parte.

Tampoco dejes de pasarte por Tolosa, una minúscula población con un puñado de habitantes a otro tiro de piedra de Alcalá. Ahora el caudal del Júcar es pobre porque están limpiando la presa que hay aguas abajo. Pero en verano..., ¡ay, este verano! Ya he decidido que allí pasaré unos días para contemplar el atardecer. Según un amigo de Luis Domingo, el concejal, esa puesta de sol nada tiene que envidiar al ocaso en Estambul, por ejemplo. Iré a comprobarlo -es deformación profesional-, porque el hermoso anochecer en la bellísima ciudad turca lo disfruté hace unos años. Quizá, seguramente, el crepúsculo en Tolosa me enganche tanto como Alcalá del Júcar.

Cierro con una fotografía de cerámica de mi tierra, Talavera de la Reina, en la cueva Masagó


























 


  


Comentarios

  1. Gracias por este fantástico reportaje....y por supuesto esperamos veros este verano.

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    1. Seguro que volveremos. Repito donde me siento a gusto

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  2. Muy entrañable el reportaje
    A ver si nos visitas en Tolosa, te sorprenderá.

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  3. Muchas gracias por tu comentario Manolo, pero para que no no haya malos entendidos
    ANITA no es mi mujer es mi jefa.

    Fue un placer tratar con gente como tu y tu esposa, espero veros de nuevo muy pronto.

    Lo dicho un inmenso placer. Desde el Hostal Rambla un abrazo

    ANGEL

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  4. Que pasada de guía y de blog de verdad que me ha encantado, tanto el diseño como la información que se da en el mismo es espectacular y super útil de verdad. Además no conocía nada sobre este lugar y me ha encantado.
    Si no es ningún inconveniente me gustaría dejar mi blog para que le eches un vistazo a ver que te parece https://planaje.com/

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    1. Hola, Joel. Muchas gracias por tus palabras. Reconforta leerlas y justifican el esfuerzo que se hace. En mi bitácora me centro siempre en la gente que me encuentro, lo que me sirve de hilo conductor para montar un relato. Por otro lado, he bicheado tu cuaderno de viaje. Te felicito, se nota que hay trabajo detrás, tanto fotográfico como de textos. Pero yo me he propuesto que mi blog no sea una guía de turismo como tal. Para eso hay muchas, miles. En mi caso, sin embargo, trato de hablar de la gente, de su vida, de sus historias... Es cierto que juego con ventaja: llevo haciéndolo profesionalmente desde hace más de treinta años. Un afectuoso saludo, Joel. Si necesitas cualquier cosa, aquí estamos.

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