Luna, la Cruz Roja y el Atleti
Paquito, en la playa de Las Canteras tras cantar el alirón |
Supongo que a estas alturas sabrás quién es Luna, la voluntaria de la Cruz Roja que ha protagonizado una de esas fotografías que trasmite humanidad y cariño por el prójimo. Esa imagen en la que está consolando a una persona, a un inmigrante negro que había logrado pisar tierra española después de entrar en España por la frontera con Marruecos. Esa instantánea por la que esta joven estudiante recibió tantos insultos por un gesto compasivo que tuvo que cerrar su cuenta en Twitter. Un gesto, en pocas palabras, que sacó lo peor de muchos (y muchas).
El viernes 21 de mayo, víspera del final del campeonato de liga en el que el Atleti se jugaba la temporada, volé a Gran Canaria. Habían pasado siete meses de la última vez que subí a un avión. Y parecía que volamos ayer..., ¿verdad, fray Luis de León? Pues lo hicimos obligados por Iberia Express. Al no estar contagiados por covid-19 ni haber tenido contacto con infectados, pues o nos subíamos a una aeronave o perdíamos el dinero. Solución: una prueba de antígenos, subvencionada por el Gobierno canario (pagamos 30 euros por cada) y a volar.
Casualidades de la vida, antes de despegar de Madrid apareció por mi teléfono una noticia con la fotografía de Luna abrazando al inmigrante anónimo, al que le puse un nombre: Jawara ('el que ama la paz', en Senegalés). Y volví a admirar su gesto humanitario y a recordar el agravio que la chavala había sufrido por tender una mano para alguien que necesitaba consuelo. Y a rememorar también una frase suya que había leído unos días atrás: "Sé que es de Senegal y tengo grabada su mirada perdida".
Anuncio en el paseo de Las Canteras |
Después de aterrizar en Gran Canaria, mi mujer y yo nos dirigimos a la parada de la guagua (autobús en Canarias) para llegar a Las Palmas, la capital de la isla, donde el billete se debe pagar con tarjeta bancaria debido a la pandemia del coronavirus. No aceptan dinero en metálico. Para evitar contagios.
La conductora del coche se saltó la señal de prohibido para dejar a la primicomulgante junto al restaurante |
El gesto de una voluntaria de la Cruz Roja, cuyos colores son rojo y blanco. ¿Te suena? Son los del Atlético de Madrid, el equipo de Paquito, el oso viajero, que sufrió de lo lindo hasta que el sábado por la tarde se logró la proeza. Hasta entonces, le canté al oído varias veces eso que tan bien expresa Joaquín Sabina en 'Motivos de un sufrimiento', dedicado a su Atleti: 'Qué manera de aguantar/ Qué manera de crecer/ Qué manera de soñar/ Qué manera de aprender/ Qué manera de sufrir/ qué manera de palmar/ Qué manera de vencer/ Qué manera de vivir'.
Paquito, en la Casa de Galicia |
Luego por delante, todo un día en Las Palmas. Perdón. Para ser preciso, en la playa de Las Canteras. Caminar por su paseo marítimo mientras el viento te acaricia no tiene precio. Mi amiga Pili dice que vive en 'El Paraíso'. Pues eso, el edén.
Una chica descansa en El Puertillo |
Pesarosos, salimos de allí a nuestro segunda opción: el restaurante Gran Playa. No es lo mismo, ni mucho menos, pero de allí sales comido por 9,5 euros. ¡No se puede pedir más! Allí coincidimos con clientes habituales, con los que hablamos de la generosidad de las raciones, de los platos en general y de su pudin... sublime.
Un hombre lee el cartel que puedes ver más abajo |
En esas estábamos, sentados al solecito, cuando a nuestra derecha, donde termina el paseo, apareció un coche deportivo descapotable. De su interior salió una conductora vestida para una gran ocasión. No me llamó tanto su vestido como los tacones de aguja que calzaba para conducir. ¿Y para qué se paseó por los alrededores del coche? Para que otra mujer la fotografiara junto al vehículo, muy chulo, la verdad. La ocasión lo merecía, por supuesto.
Mensaje en el paseo marítimo del Puertillo |
Nos despedimos de Yazmira con la condición de volver a visitarla y nos dirigimos al hotel para ver el partido en la habitación. No habíamos sido capaces de encontrar un bar donde poder ver el último partido de liga del Atlético de Madrid y poder cantar el alirón, lo que logramos a eso de las ocho menos cuarto de la tarde, después de un final de infarto. Como debe ser. Es el sino de los colchoneros.
Pescador en El Puertillo |
Annelys, encantadora y muy simpática, estaba acompañada de su pareja en una mesa, apenas a un par de metros de la nuestra. Él decía que era de Bolaños de Calatrava (Ciudad Real), pero me llamó la atención que desconociera que un talaverano, como el menda, no es manchego. Creo que es una confusión común entre gente de fuera de la región, aunque la comunidad sea Castilla-La Mancha. Pero que uno de La Mancha no sepa diferenciarlo... Me dejó con la duda. Pensé que me vacilaba. También traté de pillar sus chascarrillos, algunos de muy mal gusto, pero me costó mucho. ¡A mí, que me río con cualquier gilipollez! Lo que me descuadró completamente fue cuando me hizo una pregunta homófoba sin venir a cuento, totalmente fuera de contexto: '¿Hay muchos homosexuales en Toledo?'. Y le contesté con un lacónico: 'No sé'. Admito que me descolocó y ahora, en la distancia, me arrepiento de no haber sido contundente en la respuesta a este caballero. Pero consideré que no era el lugar ni el momento.
Playa de Las Canteras |
Conocimos a Yanira, la dueña del restaurante en la Casa de Galicia, a la que le gusta escuchar, ver y leer informaciones relacionadas con la crónica negra. Y tuvimos una agradable charla con su marido, José Miguel. Él nos contó que el edificio fue pasto de las llamas y estuvo un quinquenio cerrado. A pesar de la adversidad, la Casa de Galicia continuó costeando la cabalgada de Reyes de la capital, como viene haciendo desde hace 70 años.
La conversación fue un magnífico epílogo a una cena de la que disfrutamos, con un pulpo riquísimo pero con unos calamares, saharianos según nos dijeron, que me resultaron un poco caro para tanta patata y poco producto.
Columpio para niños con movilidad reducida |
Mientras Pili, auxiliar de enfermería, atendía a una mujer en su casa, nosotros invertimos el tiempo en recoger su paseo marítimo a lo largo de una playa de arena negra y unas piscinas naturales. Fueron un par de horas espectacular, hasta que decimos esperar en el primer bar que vimos: El Dorado del Norte. Un acierto, y con vistas a la playa. Allí comimos con Pilar por 45 euros. Seguimos las sugerencias de Desiré, una simpática camarera que nos recomendó unos champiñones gigantes rellenos de marisco y una estupenda ensalada con aguacate, higos, frutos secos y un rulo de queso de cabra. El remate fue un polvito uruguayo, un postre canario que debes probar cuando vayas.
Para terminar, unos champiñones gigantes rellenos de marisco y una ensalada espectacular |
Ya comidos, Pilar nos devolvió a Las Palmas, donde tomamos café en... sí, en Las Canteras. Una formidable manera de despedirnos de la isla antes de ir al aeropuerto en una guagua. Menos de 40 horas en Gran Canaria muy bien aprovechadas.
En el mismo avión viajamos junto con las jugadoras del CB Balonmano Aula Cultural de Valladolid, que había perdido ante el CBM Elche la final de la Copa de la Reina, disputada en Telde unas horas antes. También en la clase turista iba el secretario de Estado para el Deporte, José Manuel Franco, que ocupó el asiento 8A, la fila justo detrás de la nuestra.
Era medianoche cuando llegamos a casa y muy tarde para consultar cómo iba la petición en Change.org en favor de Luna. Pero, para rematar estas líneas, compruebo con satisfacción que la solicitud tiene más de 53.000 apoyos -entre ellos, el mío- en solo dos días por un 'simple gesto', como se lee en el enunciado. ¡Pero qué gesto!
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