Almería, Navidad en una ciudad desconocida

Marcela desayuna durante el amanecer del día de Reyes
No sabía yo que la ciudad de Almería tuviera tanto para ver y contar. 'Es una gran desconocida', decía nuestro particular Cicerone, el periodista José Manuel Bretones, que vive en pleno centro, tiene gracejo y escribe todos los domingos un artículo en el Diario de Almería que es de obligada lectura. Gracias a él, yo me empapo de las anécdotas, leyendas y recuerdos sobre esta ciudad andaluza cada jornada dominical.

Está claro que hace muchísimo el guía que te enseñe los tesoros que esconde, y no pudimos elegir otro mejor. Un tipo que sabe mucho de contar historias, por eso de haber dirigido los últimos años del semanario de sucesos El Caso, donde compartió conversaciones y confesiones con la gran Margarita Landi. Para un cronista de sucesos como el menda, cualquier lance que me cuenten de 'la Landi' me enriquece. Y Bretones es de esos profesionales que tiene carrete, que sabe relatar y que te engancha cuando empieza a recordar. Un extraordinario narrador que sólo quiere que se aprecie lo que tienen en su ciudad.

Sede de la Hermandad del Prendimiento
en Almería

Sin embargo, como casi siempre me sucede, había salido de mi casa con la intención de no aportar una letra a mi bitácora. Un viaje a Almería no daría para mucho, pensarías; yo, también. Pero no, estaba equivocado y mi prima Chus, una fiel seguidora de mi cuaderno de experiencias, había acertado al animarme a escribir tres líneas para esbozar lo que viera. "Unas pinceladas", me animó después de alabar la belleza de las fotografías nocturnas que había colgado en mi estado de WhatsApp.

Conocida como la ciudad donde el sol pasa el invierno, Marcela y yo habíamos llegado a Almería después de pasar por Murcia y hacer noche del 1 al 2 de enero en la capital que muchos llaman 'la huerta de Europa'. La visitamos fugazmente para que nuestra hija se quedase con su amiga Ángela. Y esta vez, aunque llegamos caída la tarde, nos dio tiempo a probar la comodidad del tranvía, que conecta nuestro hotel con el centro.

Recuerdo al padre del maestro Bretones

No telefoneé a 'SúperPaco', un murcianico con parálisis cerebral cuya vida he contado en ABC con motivo de su participación en 'La Nocturna de Toledo'. Es una carrera dura que este tipo corajudo ha terminado en las dos ocasiones que ha participado. Y todo gracias a su tesón, a la preparación de su entrenador, José Arturo, y a los ánimos de Christian López, el español con más récords Guinness, que fue quien los metió en este jaleo.

A la mañana siguiente, mi mujer y un servidor salimos pronto hacia Almería. Nos alojamos cuatro noches en Aguadulce, un barrio de Roquetas de Mar y no una pedanía, como leo en internet. Dormimos en el hotel Playadulce, un alojamiento con mucha solera que ahora está en manos de los mismos propietarios de un parque temático que tiene decorados empleados en películas del Oeste que se rodaron en estas tierras andaluzas, donde se aprovecha cada gota de agua.

Los chérigan, la famosa tapa de Almería
que tanto gustaba a Margarita Landi

Desde ese hotel fuimos en coche cada día a Almería, a 14 kilómetros, para recorrerla de la mano de Bretones, hijo de un conocidísimo impresor local que tiene colocada una placa dedicada junto al negocio que tuvo durante tantos años.

Nos llevó de ruta nocturna por edificios emblemáticos, muy bien iluminados, como la Casa de los Puche, del siglo XVII y ahora sede de la Hermandad del Prendimiento; la catedral con estructura de fortaleza o el inmueble conocido como 'Las mariposas' y sede de una entidad financiera. Nos contó también la historia de un vaso que, dice la tradición oral, un obrero colocó bocabajo al terminar la obra en la cúpula del edificio y que el elemento se conserva después de una reforma. Como buen periodista de sucesos, se preocupó de encontrar la fotografía que lo demostraba y me la mandó por WhatsApp al día siguiente, aunque yo tengo mis dudas de que la cosa ocurriera como se cuenta.

Belén municipal de Almería

Siguiendo también sus consejos, pasamos por el magnífico belén municipal, cuidadosamente instalado en el Museo de la Guitarra Antonio Torres. Aunque no era el único en la ciudad. Bretones nos había hablado de otro de la Diputación Provincial y uno más que recreaba lugares de la provincia.

Luego nos sumergimos en el espectáculo de luz y sonido 'Posidonia, un mar de luz' en el céntrico parque de Nicolás Salmerón. Fue después de haber disfrutado del juego de luces en la plaza de la catedral, donde hay un hotel con una terraza en la que se puedes enloquecer por sus magníficas vistas mientras tomas una consumición, o dos. Y también desde allí te puedes imaginar cómo pudo ser el rodaje de la película 'Patton' en 1969 y fantasear sobre cómo lograron meter tantos tanques en una plaza aparentemente pequeña. Bretones da fe de ello porque lo vio desde un lateral de la catedral siendo un renacuajo, ya que su padre tenía su imprenta a muy poquitos metros.

Aseo en el MiniHollywood, ambientado en la
película 'El bueno, el feo y el malo'

Con Bretones también nos deleitamos en la cafetería Colón, nuestro centro de operaciones esos días y que está curiosamente debajo de su casa. Se encuentra en un espacio urbanístico en el que un repartidor novato se tiene que volver loco porque, creo recordar, confluyen al menos dos calles y una plaza, antigua parada de coches de caballos pero que es conocida misteriosamente como la de Los burros. Y hay que ser un experto para saber dónde empieza una calle y acaba la plaza. 

En el Colón probamos el chérigan, la tapa más famosa de la ciudad, que tanto le gustaba a Margarita Landi cuando pasaba por la redacción de 'El Caso'. Eso me contó Bretones, que es un libro abierto de sabiduría y recuerdos.  

Y en la cafetería me llamó la atención la cantidad ingente de clientes que pasaron por sus mesas, tanto las de dentro como las de la terraza, durante la mañana, por la tarde y por la noche (ya he dicho que lo convertimos en nuestro centro de operaciones). Allí se toman una cerveza con su correspondiente tapita (una costumbre muy almeriense de salir a comer o cenar), o se meten entre pecho y espalda unos churros con chocolate.

Entre cafés, tapas, cervezas y churros, me fijé en Jerónimo, un camarero con bigote con tanta profesionalidad como envergadura y amabilidad; sin perder el buen humor a pesar de la insistencia de algunas pelmas para ser atendidas antes que nadie. ¡Oye, el camarero, de once!

Paquito, a lo suyo

Igualmente salimos encantados de 'La bellota', un bar dirigido por Nina, que sabe muy bien el negocio que tiene entre manos y que no se achanta fácilmente ante situaciones embarazosas, como pude comprobar personalmente y cuyo comportamiento le aplaudí.

Allí llegamos después de pasar por 'El quinto toro', siguiendo las recomendaciones de mi vecino Benito, que había comido sus patatas a lo pobre hace tiempo. Sin embargo, no me convenció, mandé la carta de productos a Benito y éste me escribió un mensaje: "Sí, han subido los precios, según he visto".

Gracias a la sugerencia de Bretones, ya habíamos recorrido los refugios de la guerra civil española que tienen agujereada una gran parte del casco antiguo. Fue una experiencia en la que afloraron en mí sentimientos a flor de piel cuando piensas en el dolor de tanta gente que encontró allí resguardo frente a los bombardeos aéreos y sobre todo desde el mar, aunque varias decenas murieron al intentar entrar en esas galerías kilométricas.

Túnel de la guerra civil española

Pero me entristeció más ver cómo un padre estaba más preocupado de hacer fotografías a sus hijos menores, incluso algún selfi, que en explicarles qué ocurrió en esos subterráneos. O la señora 'requetearreglada', con sus botas altas y estupendamente maquillada, más interesada en dejarse retratar para la posteridad. "Esta foto, para Halloween", le oí decir en una ocasión a la pareja que la acompañaba.

Miserias humanas aparte, admiramos en la superficie la belleza de la estación del tren, cerrada al tráfico ferroviario incomprensiblemente. Y contemplamos el esplendor, una vez restaurado, del antiguo hospital Santa María Magdalena, que estos días muestra la Diputación Provincial de Almería al público, con sus paredes blancas inmaculadas antes de que se convierta en una galería de arte.

Edificio emblemático de Almería

Allí tuve la oportunidad de ver al presidente de la institución cómo hizo esperar varios minutos -calculo más de quince- a personas de avanzada edad que estaban recorriendo con él el maravilloso inmueble. Él, según me dijeron, estaba atendido la llamada de una emisora de radio, por lo que sus invitados tuvieron que ponerse en posición de descanso, aunque alguna se sentó sobre un antiguo capitel dejado momentáneamente a la intemperie en una terraza.

Al día siguiente visitamos con Bretones el electrizante mercado central, muy bien ambientado para la Navidad. Tras una consulta familiar, el maestro se aseguró de que hubiera mucho pescado fresco en los puestos, además de carnes y frutas en otros. En uno de ellos llegué a ver tomates del tipo raf a 19,80 euros el kilo. Sí, no se ha movido la coma, como me dijo mi cuñado Nacho cuando le envié la fotografía que lo probaba.

Y pasamos también por el Centro Andaluz de la Fotografía (CAF), hasta cuya puerta de entrada nos acompañó Bretones antes de irse a otros quehaceres. Dentro, entre columnas y paredes de un bello edificio pintado en blanco, admiramos las 90 fotografías de la exposición de Carlos Pérez Siquier, abierta al público hasta el 9 de abril, y nos regalaron hasta un calendario.

Preciosa plaza de Almería
donde vivió Espronceda
Por supuesto, no todo iba a ser cultura visual. También cenamos de tapas en 'Los mariscos', un restaurante en Aguadulce que nos pareció maravilloso. Sólo seguimos la recomendación de Paco, un hombre muy agradable al que conocimos camino de Almería desde Murcia, en San José, un bellísimo pueblo en el Parque Natural Cabo de Gata. Con él me puse a charlar después de ofrecerme a fotografiar con su teléfono a su familia. Fueron menos de cinco minutos, pero muy bien aprovechados.

Otra cosa que no quería que se me pasara: caminando con Bretones por la ciudad, lo mismo saludas a un accésit del Premio Adonáis de poesía (José Luis López Bretones) que a un secretario de Estado (Fernando Martínez, de Memoria Democrática) o al director general de una empresa de componentes aeronáuticos que tiene que ver con Marte y el cometa al que enviaron un satélite recientemente.

O te tomas un café con una compañera de profesión, Rosalía Mayor, que trabajó en ABC, que tiene una vitalidad a prueba de bombas y que conoce a una hermana de una colega de mi mujer, que es maestra. 

"Almería es así", respondió Bretones, que tiene una hermana, Carmen, que el año pasado fue finalista del XXVII Premio de Novela Fernando de Lara, organizado por la Editorial Planeta y al que se presentaron 365 obras procedentes de todo el mundo. Sin embargo, no tuve la ocasión de saludar a esta escritora y profesora, doctora en Literatura Inglesa y Norteamericana. Aunque no lo conseguí, sigo pensando que el mundo es casi como un pañuelo. ¿Que no te lo crees? Lee el siguiente punto y aparte.

Tomate raf, del que hablan maravillas,
a precio de chuletón de Ávila
Precisamente en Cabo de Gata comimos otro día, después de recorrer la zona siguiendo las sugerencias del amigo Bretones. Con la música sonando a todo trapo en el coche, habíamos grabado vídeos cortos con la música de Carlos Bueso, paisano de mi mujer, mientras conducía por esos bellos parajes hasta llegar al accidente geográfico que estudié de chico y que me tuve que aprender de memoria.  

En el cabo pregunté a un chaval muy simpático que estaba en una oficina de información y me recomendó un lugar en el pueblo. Llegamos hasta allí, lo desechamos porque era un sitio para comer de carta y preguntamos en uno próximo que tampoco nos interesó.

Entonces buscando, buscando, llegamos a pie al café Kala Plaza, donde nos atendió Christian (no le pregunté si su nombre se escribe con h). El caso es que en un minuto establecimos una conexión increíble. ¿Por qué? Al saber que éramos de Toledo, contó que había trabajado en mi ciudad de nacimiento y adolescencia, Talavera de la Reina, y relató todos los lugares que conocía mejor que algún oriundo de allí. Me ganó inmediatamente otro camarero profesional como el de la cafetería Colón, esa que está debajo de la casa del gran Bretones.

Pero ahí no terminó todo en los cinco días que pasamos en Almería. Por la insistencia de nuestro guía, para el final dejé una visita que no esperaba tan redonda. "¡Hombre, estás en el Oasys...! La muerte tenía un precio", me soltó un vecino de mi barrio nada más ver la fotografía que difundí de Paquito junto con un vaquero a caballo. Sin tiempo a pestañear, me envió instantáneas de sus hijos en los mismos lugares donde retraté al oso viajero, además de una paella recién hecha propia de un artista; no la foto, sino el manjar que acababa de cocinar con níscalos cogidos el día anterior.

Las Sirenas, en el Cabo de Gata
En Oasys MiniHollywood echamos el día, que estuvo muy entretenido por los espectáculos en la plaza de la ciudad del lejano Oeste, propia de una cinta de Sergio Leone, y en el 'saloon', cuya puerta chirría al abrir y cerrar como en las películas.

Cuenta con una interesante zona de animales salvajes que no defraudaría a ningún escolar; y tampoco estuvo mal el menú bufé que comimos por 18 euros, con una bebida incluida (una segunda también se agradecería). Paseamos también por los interesantes museos del cine y de carros, y tomé nota para contárselo a mi colega Roberto Lancha para su programa 'Estamos de Cine' en Radio Castilla-La Mancha. "¡Qué pasada, quillo; no dejas de sorprenderme!", respondería más tarde.

La preciosa estación del tren sin servicio
Después de regresar al hotel, hubo que intervenir en 'La crónica negra' en Radio Castilla-La Mancha. Con Vega Hernández, entrevistamos a David Blanco, que acaba de publicar 'Historias de un detective: secretos de una vida anónima'. Mantuvimos una enriquecedora charla, en la que mencioné a mi prima Cristina, detective privado que murió hace 26 años. Lo recuerdo como si fuera ayer.

Y termino. Precisamente a su hermana Chus trato siempre de hacerle caso, pero esta vez me han salido más de tres pinceladas. Siento la extensión, pero escribir escuchando el arrullo del mar, durante la noche de Reyes y desde una décima planta, seguramente que inspiraría incluso a los amantes de las notas de prensa y del periodismo del 'corta y pega'.

Posdata: en otra ocasión, trataré de transmitirte qué se siente cuando te enamora uno de los amaneceres más espectaculares mientras desayunas desde el comedor de un hotel. Nos pasó en el Playadulce, pero eso es otra historia. Me quedo ahora con lo que Bretones escribió de nosotros en Twitter: "Ya sois embajadores almerienses". 


Fotografías para un día de cine


Zona de animales salvajes en el
parque MiniHollywood

Zona de animales salvajes en el
parque MiniHollywood

Paquito, en el campamento indio
del parque MiniHollywood

Entrada al parque MiniHollywood 

Museo dedicado al cine en
el parque MiniHollywood

Decorados en el parque al parque MiniHollywood




Paquito, con vaqueros en el parque MiniHollywood

Paquito, con un vaquero en
el parque MiniHollywood

Paquito, en el patio del antiguo hospital que será
una galería de arte

Quirófano en los túneles de la guerra civil

Edificio de Almería iluminado

Figuras en el belén municipal de Almería


Espectáculo de luces y sonido
en la plaza de la catedral

Figuras del belén municipal

Plaza de Almería

Edificio religioso de Almería por la noche

Inmueble en una calle almeriense

Se aprecia la longitud de los túneles excavados
durante la guerra civil española

Interior del viejo hospital provincial
que será una galería de arte

El presidente de la Diputación,
durante su visita al antiguo hospital

Tapas en el bar La Bellota

Edificio de la Diputación Provincial de Almería
bellamente engalanado para la Navidad

Mercado central 

Mercado central

Calendario con motivo de la exposición en el CAF

Las Sirenas en Cabo de Gata, aunque
los lugareños lo llaman el dedo de Dios

Tapa en el bar Kala Plaza en Cabo de Gata

Amanecer en Aguadulce desde el comedor
del hotel Playadulce

A Paquito se le busca vivo o muerto

Jugándose el cuello

Decorados en el parque MiniHollywood

Iglesia en el parque MiniHollywood

Funeraria en el parque MiniHollywood

En Almería se aprovecha cada gota de agua

Tigre siberiano en el área de animales salvajes
del parque MiniHollywood

Reunión de vaqueros en el parque MiniHollywood

Amanecer desde el comedor del
hotel Playadulce

Los universitarios del campus de Almería
tienen esta panorámica cuando va o vuelven de clase

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