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Restaurante La cocina vieja en Carneros |
Esto de viajar, conocer gente y charlar con ella te da para un libro de memorias. Nunca sabes dónde puedes encontrar una buena historia, si bien en un bar, en un restaurante o en un hotel es más fácil si escarbas. Aunque a veces no hace falta meter mucho la pala. Fue lo que me sucedió en Carneros, un pueblito de un puñado de vecinos que se encuentra a dos kilómetros de Astorga y del Camino de Santiago.
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Paquito, en el baño de estilo árabe del hotel La Rosa de los Tiempos |
Marcela y mi menda nos alojamos tres noches en el coqueto hotel La Rosa de los Tiempos, decorado maravillosamente por sus dueños, que consta de cuatro habitaciones, cada una ambientada en distintas épocas: Astur, Romana, Medieval y Árabe. Alucinarías si vieras cómo están adornados sobre todo los baños, en los que se nota el curro y el ingenio que le echaron sus propietarios para levantar la casa sobre los restos de un edificio del XIX, donde no faltan una galería, una biblioteca y plantas, muchas plantas.
El lugar es un remanso de paz, con un desayuno de reyes en el que destaca la cecina que Rosa y Fernando, sus dueños, te sirven cada día junto con su zumo de naranja recién exprimido y sus bizcochos caseros, de chocolate de Astorga y calabaza Conectas con ellos a la primera y la conversación fluye con una mujer que ha superado un cáncer.
A 100 metros de allí, está 'La cocina vieja', un restaurante en una casa antigua. Es verdad que es importante la comida, aunque a veces yo valoro la comodidad, el buen rollo, sentirme como en casa. Y eso lo conseguí en este local de Roberto, un personaje tocado con una boina que es todo un espectáculo.
Rosa, la del hotel, ya me había advertido que era un tipo al que todos los visitantes de Astorga tenían que conocer. Porque Roberto tiene una historia fantástica que todos los que tropiezan en la vida deberían de conocer: después de más de veinte años trabajando en una potente empresa de bolsos y maletas, con la que llegó a viajar por Europa, la firma cerró y él se quedó en la calle.
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El castillo templario de Ponferrada |
Un figura como él, con una vida por delante, tuvo que reinventarse hace ocho años. Abrió un pequeño restaurante en una vivienda con patio que cuenta también con un bar explotado por un familiar. En 'La cocina vieja', Roberto gestiona un puñadito de mesas y hace de todo: es cocinero, pinche de sí mismo, camarero y hasta poeta. Te recita versos a una velocidad endiablada cada vez que te abre una botella de vino, clarete, por supuesto. También te arranca una sonrisa cuando te habla de algunos paisanos que fueron compañeros de clase y que, como meseros, deberían aprender de Roberto a la hora de saber tratar correctamente al cliente en algunos bares de Astorga.
En 'La cocina vieja' conocimos a una pareja de ingenieros ya jubilados, Mari Paz y Paco, que viven en Madrid y que tiene casa en un pueblo cercano. No sé si sería por el embrujo del lugar, el caso es que sintonizamos con ellos en pocos minutos durante la comida. Hubo hasta sobremesa, con Roberto repartiendo juego mientras atendía otras mesas.
Lo de sintonizar con ese matrimonio pudo ser porque esa misma mañana habíamos estado en Ponferrada, donde visitamos el Museo de la Radio Luis del Olmo. Merece la pena recorrer sus instalaciones, junto al magnífico castillo templario, para retroceder en el tiempo gracias a la recopilación del conocido locutor. Allí conocí a Carmen, la taquillera, que había trabajado para ABC hace años preparando a los redactores con la llegada de una nueva línea de ordenadores.
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Castrillo de los Polvazares |
Para llegar a Ponferrada, lo hicimos circulando con cuidado por la carretera comarcal, sendero del Camino de Santiago, que arranca desde Astorga y pasa por Castrillo de los Polvazares. En este pueblito, de color rojizo por el color de las paredes de sus casas, viajas al pasado. Es curioso llegar a las diez de la mañana y pasear por sus solitarias calles, no aptas para personas con movilidad reducida. Aunque con numerosos coches aparcados, no había ni un alma. Dos paisanos nos explicaron que la vida se hace dentro de las casas maragatas por su tamaño y distribución. "Aquí las calles se llenan de turistas a la hora de la comida para el cocido maragato", ese que se degusta en orden inverso al habitual: en estas tierras leonesas, primero son las carnes y una ensalada de tomate; luego, los garbanzos con repollo y, para terminar, la sopa de cocido antes de unas natillas con roscón. Lo vi en el menú de 24 euros (vino D. O. Bierzo Encanto, agua y gaseosa incluidos) que estaba pegado en una preciosa puerta de madera en Casa Maruja, un restaurante que no lo parece desde fuera y que, como todos los que hay en Castrillo, sólo abre para dar comidas.
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Playa fluvial de Carneros |
Aparte de sus cocidos, que se sirven desde 1966, es muy conocido porque Luis del Olmo y la dueña, Maruja Botas, una soltera inexorable, simularon una boda maragata en 1995. Y también porque muchos personajes de la sociedad española han comido entre sus paredes, de donde cuelgan algunas fotografían que así lo atestiguan, como la de una joven infanta Elena.
Podíamos haber ido a Ponferrada por la autovía, pero nos armamos de valentía y continuamos por la carretera comarcal, la LE-142. A medida que pasaban los kilómetros por el serpenteante trazado, el empinado paraje cambiaba porque nos aproximábamos a la frondosa comarca del Bierzo. Íbamos tan pendiente de lo que nos rodeaba que, al llegar a El Acebo, creímos que nos habíamos dejado la carretera atrás porque el asfalto desapareció de repente. Nos adentramos en el pueblo temerosos de habernos colado y paré a preguntar. Un paisano lo aclaró: "Sí, van bien; sigan bajando y llegarán de nuevo a la carretera". Dicho y hecho.
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La cloaca romana en Astorga |
Llegamos a Ponferrada, a la tierra de mi querida colega Mari Cruz Magdaleno, quien estudió allí ocho años en el colegio de las Concepcionistas. Me lo contó inmediatamente cuando vio fotografías colgadas en mi estado de WhatsApp. "Castillo de los templarios, ahí tengo una foto con mis compis del cole", explicaba según comentaba cada imagen. Estoy convencido de que para ella fue una regresión a su infancia y adolescencia.
Me sucedió lo mismo cuando visitamos en Carneros su playa fluvial. Salvando las distancias, me recordó a mi etapa infantil en el río Tajo a su paso por Talavera de la Reina, donde aquellos baños ya son historia por la suciedad del cauce. En la playa de Carneros es todo lo contrario. Es un paraje maravilloso para bañarse entre árboles y en una zona de césped que te invita a tomarte una cerveza o un refresco. No me ocurrió lo mismo en Astorga, donde me pareció que los precios de las consumiciones están elevados, aunque a mucha gente le daba igual por la cantidad de personas que vi alternando a la hora de la comida.
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Catedral de Astorga
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Aunque de Astorga no me fui sin ver el edificio de Gaudí, su sorprendente catedral _más por fuera que por dentro- y, desde luego, paseando por su pasado romano. Para eso, Marcela y un servidor pagamos cuatro euros cada uno por participar en una extraordinaria ruta comentada por varios espacios subterráneos. El que me fascinó fue la cloaca, por la que caminé durante 75 metros. En realidad, ya la había visto el día anterior gracias a una vecina que tiene un pequeñito tramo de unos cuatro metros en el sótano de su casa. ¿Cómo lo hice? Te lo cuento. Caminábamos por el parque donde se encuentra la cloaca y pregunté a un grupo de cuatro mujeres. Una de ella se lanzó a explicármelo y acabó invitándonos a ver su trocito de cloaca. Y allí le hice una fotografía a Paquito, el oso viajero, que se anotó otro destino en su larga experiencia como trotamundos.
P. D.: si te gusta el picante (no es mi caso), esta zona es para ti. Ya me dirás cómo está 'la puta parió', que Roberto te ofrece en su bar, si eres capaz de probarla.
Fotografías para el recuerdo
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Recicla. Playa fluvial de Carneros |
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Castillo templario de Ponferrada |
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Entrada al restaurante Casa Maruja |
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Zona de desayunos del hotel La Rosa de los Tiempos |
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Lateral pintado de un bloque de viviendas. Astorga |
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Astorga |
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Plaza Mayor de Astorga |
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Edifico de Gaudí en Astorga |
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Museo de la Radio Luis del Olmo, en Ponferrada |
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