Además, eso de que el arrullo del mar te meza el sueño no tiene precio. Eso de levantarte con vistas al océano bravío y ver el amanecer, tampoco lo tiene. Eso de que unas croquetas de jamón, de espinacas o de morcilla sean tan caseras como las que preparas en tu casa me llega también a la 'patata'. O eso de que la comida te sepa como a la de tu abuela, algo que no sucede en muchos hoteles, según las referencias de los amigos que nos acompañaron en esta aventura. Aunque para gusto los colores. Porque recuerdo a una señora que se quejaba de la falta de lozanía, frescura y verdor de la lechuga, ¿o la lechuga era la señora?
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Piscinas naturales de La Fajana |
La mayor aventura fue Marcos y Corderos, sin ninguna duda. Un taxi con nueve plazas (pagué 15 euros por mi asiento) me llevó hasta la cumbre. Fue un trayecto de 55 minutos por el peor camino de cabras que te puedas imaginar. Pero siempre hay que sacar algo positivo de cualquier experiencia: se me colocaron todos los huesos, que luego se desarreglaron durante la bajada a pie por un sinuoso y asombroso trazado que me llevó 4 horas. Se hizo dura, especialmente, la exhausta bajada de 120 minutos, pero mereció la pena caminar entre tanta belleza natural. Atravesé hasta 13 túneles (el número 12 es increíble, no hay dios que te libre de mojarte), aguardando siempre la aparición de Tarzán en cualquier momento entre tantas lianas. Se lo comenté a gente de mi grupo de montaña, la OJE de Torrijos, y me sorprendió que mi amigo José Luis me dijese que tenía pendiente esa ruta. ¡Él, que ya ha hecho hasta un pico de 7.000 metros sobre el nivel del mar!
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Ruta Marcos y Cordero |
Algunos metros menos, concretamente 2.426, tiene el techo de la Isla Bonita. Para llegar al Roque de Los Muchachos, donde encontrarás una de las baterías de telescopios más completa del mundo, debes armarte de paciencia y tomarte antes alguna pastilla de Biodramina para el mareo. El que avisa no es traidor. Después de no sé cuántas curvas llegarás al Instituto de Astrofísica de Canarias, instalado en un marco natural soberbio. Desde allí podrás hacer rutas de apenas 45 minutos a otras de horas de duración.
En la Caldera de Taburiente hay otro mirador impresionante, el de La Cumbrecita. Tienes que reservar plaza de aparcamiento para estar entre primera hora de la mañana y las cuatro de la tarde. Tienes que ir sí o sí porque las vistas te dejarán sin aliento. Y podrás ver además el efecto Foehn, que he conocido gracias a mi prima María Jesús, sobre las montañas.
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Rubén, con hojas
de tabaco |
Otra ruta que te recomiendo en La Palma, y en la que la mona Chita puede darte otra sorpresa, es el Cubo de la Galga. Son 5 kilómetros, entre la ida y la vuelta, por un frondoso sendero de laurisilva maravilloso, relajante y evocador, aunque puedes ampliar el trazado bastante para realizar un circuito circular.
Tampoco dejes de bañarte en el Charco Azul ni La Fajana, dos alucinantes complejos de piscinas naturales bañados por el mar que te permiten disfrutar del agua sin el riesgo del violento oleaje, que a veces transforma la costa en una caldera. Eso lo vimos a menudo en el paseo marítimo que rodea nuestro hotel, desde donde me acercaba andando a la playa de Los Cancajos, apenas a 300 metros. Siempre estábamos en familia, como aquel que dice, ya que a la hora punta éramos unos 200 bañistas con ganas de sol y mar alrededor una plácida piscina natural creada por la propia naturaleza.
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Libélula gigante en el
parador de turismo |
Pero La Palma no es solo belleza natural y plátanos, cuyo cultivo está por todos los lados de esta isla con apenas 100.000 habitantes censados. También tienes artesanía, como la de Daniela, que se dedica a la fabricación de jabones decorativos y naturales. Y música tradicional, como la del grupo Tuhoco. Y puros, por supuesto. Mi colega David Revenga, fumador de cigarros hechos a mano, me encargó un manojo. Y, para quedar como un señor, me acerqué a una calle de Breña Alta (Cabaiguán, 6) donde solo superviven Puros Julio y Richard, separados apenas 20 metros.
En Puros Julio verás a José y a Luis afanándose en la última fase de la fabricación de los cigarros. En Puros Richard, empresa familiar fundada en 1974, Rubén te podrá mostrar orgulloso que el actor Sylvester Stallone se fumó sus puros mientras rodaba 'Rambo 5' en la isla. Finalmente, compré un manojo de estos, aunque luego, en una tienda de la calle principal de la capital, Santa Cruz de La Palma, cayeron otros dos paquetes para el bueno de David Revenga.
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Laurel de Indias plantado en Los Llanos de Aridane en 1863 |
Santa Cruz de La Palma es una población muy coqueta, con apenas 15.000 habitantes censados, donde algunos presumen de la playa artificial que inauguraron hace un par de años, aunque a otros parroquianos no le entusiasma el proyecto.
En cambio, lo que creo que sí pone de acuerdo a todo el mundo es la ruta de volcanes. Estuve en el crácter de San Antonio, desde donde pude contemplar el último volcán en erupción en la isla, el de Teneguía (1971) y las salinas de Fuencaliente.
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Jardín botánico del parador de turismo |
Antes te he hablado de la playa de Nogales, al norte de la isla, en Puntallana. No sé si es más bonito este lugar virgen bañado por el océano o el acceso de 600 metros que debes recorrer entre impactantes acantilados para llegar. Allí coincidí con Ana, que no dejó descansar a su marido, cámara de fotos en mano, para que la inmortalizarse en un paraje inolvidable, mágico y sugerente ¿Un desfile de moda en esta playa inimaginable? Aquí dejo la idea.
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Noche de luna llena en
la playa de Los Cancajos |
Y te regalo otra propuesta. No dejes de pasar por el parador de turismo y su espléndido y didáctico jardín botánico, con cascada incluida, donde uno se puede encontrar con algunos de los miles de lagartos en la isla, más largos que un día sin pan, que se cruzan en el lugar menor insospechado. O también con libélulas gigantes.
Apúntate también en la libreta tomarte un café en la plaza principal de Los Llanos de Aridane mientras contempla unos gigantescos árboles. Son laureles de Indias, plantados en 1863, que fueron mandados desde Cuba por emigrantes con el fin de 'hermosear el paseo' de su pueblo natal, que se encontraba en construcción.
El prólogo a nuestra fascinante estancia fue contemplar, desde el paseo marítimo, la luna llena reflejada sobre el mar agitado en medio de la noche. Y me prometí, ante todos los astros como testigos, que volveré a la isla antes de que me muera. Porque La Palma engancha y enamora. Aquellas dos sabias mujeres del aeropuerto tenían razón. Espero poder darles las gracias algún día.
Vaya viaje tan maravilloso!
ResponderEliminarEl que busca lugares escondidos, encuentra tesoros ...
Muy bonitas las fotos.
¡Qué razón tienes, Nuria! Muchas gracias por el halago de las fotografías.
EliminarPara cuando un viaje con los de Villafranca? Al de NY creo que ya no llego. Estupendo blog. Saludos compañero. Juani.
ResponderEliminar¡Coño, Juani! Para NY ya vamos un bus. Muchísimas gracias.
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