La Palma: el síndrome de Stendhal
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Efecto Foehn desde La Cumbrecita. Fotografía de Marta Moreno |
He leído que el sindrome de Stendhal, o estrés del viajero, es una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardiaco, vértigo, confusión, temblor, palpitaciones, depresiones e incluso alucinaciones cuando el individo es expuesto a obras de arte. Dicen que es una reacción romántica ante la acumulación de belleza y la exhuberancia del goce artístico. Pues, oye, yo he sentido algo así con La Palma. El apelativo de Isla Bonita se lo tiene ganado a pulso. Palabra de Manoloaventuras.
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Vista desde la habitación de mi hotel |
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Patio del hotel |
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Playa de Nogales |
A muchos guardias civiles les gustará saber también que Airam está casado con una abogada, Graciela, que defiende los derechos de estos agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad, y para los que tiene a disposición de todos ellos el blog 'El honor es mi divisa', como el lema del benemérito cuerpo. 'Oh, my god', Airam! (el grito de guerra de este divertido barman, cuya pasión son los coches de carreras desde muy joven).
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Cubo de la Galga |

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Piscinas naturales de La Fajana |
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Ruta Marcos y Cordero |
En la Caldera de Taburiente hay otro mirador impresionante, el de La Cumbrecita. Tienes que reservar plaza de aparcamiento para estar entre primera hora de la mañana y las cuatro de la tarde. Tienes que ir sí o sí porque las vistas te dejarán sin aliento. Y podrás ver además el efecto Foehn, que he conocido gracias a mi prima María Jesús, sobre las montañas.
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Rubén, con hojas de tabaco |
Tampoco dejes de bañarte en el Charco Azul ni La Fajana, dos alucinantes complejos de piscinas naturales bañados por el mar que te permiten disfrutar del agua sin el riesgo del violento oleaje, que a veces transforma la costa en una caldera. Eso lo vimos a menudo en el paseo marítimo que rodea nuestro hotel, desde donde me acercaba andando a la playa de Los Cancajos, apenas a 300 metros. Siempre estábamos en familia, como aquel que dice, ya que a la hora punta éramos unos 200 bañistas con ganas de sol y mar alrededor una plácida piscina natural creada por la propia naturaleza.
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Libélula gigante en el parador de turismo |
En Puros Julio verás a José y a Luis afanándose en la última fase de la fabricación de los cigarros. En Puros Richard, empresa familiar fundada en 1974, Rubén te podrá mostrar orgulloso que el actor Sylvester Stallone se fumó sus puros mientras rodaba 'Rambo 5' en la isla. Finalmente, compré un manojo de estos, aunque luego, en una tienda de la calle principal de la capital, Santa Cruz de La Palma, cayeron otros dos paquetes para el bueno de David Revenga.
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Laurel de Indias plantado en Los Llanos de Aridane en 1863 |
En cambio, lo que creo que sí pone de acuerdo a todo el mundo es la ruta de volcanes. Estuve en el crácter de San Antonio, desde donde pude contemplar el último volcán en erupción en la isla, el de Teneguía (1971) y las salinas de Fuencaliente.
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Jardín botánico del parador de turismo |
Y te regalo otra propuesta. No dejes de pasar por el parador de turismo y su espléndido y didáctico jardín botánico, con cascada incluida, donde uno se puede encontrar con algunos de los miles de lagartos en la isla, más largos que un día sin pan, que se cruzan en el lugar menor insospechado. O también con libélulas gigantes.
Apúntate también en la libreta tomarte un café en la plaza principal de Los Llanos de Aridane mientras contempla unos gigantescos árboles. Son laureles de Indias, plantados en 1863, que fueron mandados desde Cuba por emigrantes con el fin de 'hermosear el paseo' de su pueblo natal, que se encontraba en construcción.
El prólogo a nuestra fascinante estancia fue contemplar, desde el paseo marítimo, la luna llena reflejada sobre el mar agitado en medio de la noche. Y me prometí, ante todos los astros como testigos, que volveré a la isla antes de que me muera. Porque La Palma engancha y enamora. Aquellas dos sabias mujeres del aeropuerto tenían razón. Espero poder darles las gracias algún día.
El prólogo a nuestra fascinante estancia fue contemplar, desde el paseo marítimo, la luna llena reflejada sobre el mar agitado en medio de la noche. Y me prometí, ante todos los astros como testigos, que volveré a la isla antes de que me muera. Porque La Palma engancha y enamora. Aquellas dos sabias mujeres del aeropuerto tenían razón. Espero poder darles las gracias algún día.
Vaya viaje tan maravilloso!
ResponderEliminarEl que busca lugares escondidos, encuentra tesoros ...
Muy bonitas las fotos.
¡Qué razón tienes, Nuria! Muchas gracias por el halago de las fotografías.
EliminarPara cuando un viaje con los de Villafranca? Al de NY creo que ya no llego. Estupendo blog. Saludos compañero. Juani.
ResponderEliminar¡Coño, Juani! Para NY ya vamos un bus. Muchísimas gracias.
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